Las personas diabéticas y las diagnosticadas con cáncer requieren de tratamientos con fármacos específicos que, en algunos casos, no hay en las boticas privadas
Manuel Vera, de 44 años, fue declarado como insulinodependiente, por lo que desde 2015 requiere este medicamento para controlar los niveles de glucosa en la sangre. La opción es comprarla con lo que obtiene de su trabajo como contador externo, ya que en la red pública de salud escasea, pero en junio de este año no encontró la que requiere en las distribuidoras ni farmacias de Guayaquil que recorrió.
Como no tiene su pie derecho, amputado en octubre del 2019 desde arriba de la rodilla debido justamente a las complicaciones de la diabetes, su vecina es quien lo ayudaba con la compra de la insulina. “No había Novolin (uno de los tipos) en ninguna parte, ya estaba desesperado porque ya son cuatro meses consecutivos que el IESS (Instituto Ecuatoriano de Seguridad Social del que Manuel es afiliado voluntario desde junio del 2019) no me entrega”, dice.
En su caso, le hablaron de un programa municipal para diabéticos que entrega las medicinas gratis, por lo que así las obtiene desde julio de este año. “Si no, hubiera empeorado mi cuadro”, agrega.